El hombre del traje color Castaño - Agatha Christie.

Nadina, la bailarina que había tomado París por asalto, mecióse al compás de los aplausos e hizo reverencias vez tras vez. Las negras y contraídas pupilas de sus ojos se contrajeron aún más. La línea recta escarlata que era su boca curvóse hacia arriba.

Dicen por ahí artistas que no hay mejor paga que el aplauso de un público a quien en verdad le gusta tu trabajo. Yo como artista tal vez no los reciba, pues creo que no escribo bien y tampoco me destaco bailando. Pero recibo mi pago como deportista, con todo y sus prejuicios. Me aplauden.