El hecho de que la inercia le gane a la razón hace que la pena entre al corazón cuando no debería estar ahí porque se supone que no debía pasar simplemente.
Es que, algo tan idiota como buscar algo que sé que ya no estará aquí nunca, me hace sentir vacía, tonta e ilusa, porque me causa daño el sentir la ausencia de alguien.
Pero parece que estoy esperando un milagro, una visita que no va a llegar y un soñado desenlace de una historia corta, que me hizo saber que el mundo no se detenía por nadie, y que la vida se iba, se iba y nadie podía alcanzarla.
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