lunes, 22 de febrero de 2010

Because i am not fine.

Un poco más de tiempo...

Comencé a rayar en la locura, sólo un poco de verduras y agua para todo el día. Tal vez un café al desayuno y luego nisiquiera habría almuerzo.
A pesar de todo, me sentía bien. No lo sé, supongo que era la vanidad, el hecho de que la imagen que se proyectaba en el espejo era cada vez más delgada, más fina.
Creo que el hecho de mi baja estatura también contaba, es que no podía ser que fuera gorda y baja, eso no era lindo. Luego estaba el hecho de que iba a volver a cheer. No podía volver pesando tanto, a pesar de que... Nisiuiera había querido pesarme para no saber cuanto había progresado mi tonto juego que de a poco se transformaba en enfermedad.
Un día, por estupidez, por la estupidez a la que nos somete la publicidad, la televisión y todo lo demás, sonreí al darme cuenta de que los huesos de mi cadera sobresalían, igual que los huesos de mi espalda, los omóplatos sobresalientes. Aún así, el espejo no me gustaba.
No, aún podía hacer más. Aún más, luego lo dejaría.
Luego en serio lo dejaría.
Porque, y si luego tenía que empezar a tomar pastillas? Sería una tonta niña dependiente de medicinas, sin embargo, eso de apalear el hambre sólo tomando agua se sentía bien, de hecho ya casi ni se sentía como algo extraño, sino como parte de mi vida cotidiana.
Aún así, el ánimo no mejoraba mucho, a veces se venían los bajones anímicos.
Y así llegué a Octubre, el peor mes del año.

La primera semana de Octubre, si mal no recuerdo, el 7, mis padres se levantaron en la madrugada a ver a mi abuelo, quien había caído grave en el hospital, por parálisis cerebral. Yo confiando en su fuerza, en la fierza que muchas veces nos había demostrado, pensé que todo estaría bien. Sin embargo al despertar al otro día, escucho un pedazo de una conversación de mi padre. Parálisis cerebral, pérdida de la movilidad en el lado izquierdo de su cuerpo. En la sala de espera de un hospital, en una camilla, nisiquiera en una cama. Y así había pasado toda la noche, sin movilidad, inconsciente quizás, en una camilla, en una dura y fría camilla.
entre rápido al baño, y dí el agua de la ducha, es que no quería que me escucharan llorar. Luego Decidí tomar una de las duchas más largas, mandé al demonio mi consciencia ambiental, nisiquiera eso podía luchar contra la tormenta que se avecinaba.
Esta vez, no pude inventar una excusa para no desayunar, sin embargo, al quedarme sola con la comida, decidí botarla. El café y la donut, se fueron a la basura.
Para seguir llorando un poco más. Para creer que no podía ser que yo hubiera llegado a ese extremo, para creer que todo iba a estar bien.

Llegar al liceo fué caótico. Creí que todo estaría bien, pero fueron 5 minutos de soledad, en que explotó el llanto. Creo que más por mí, lloraba por mi abuelo. Porque yo podía esperar, yo podía esperar un poco, no iba a caer aún, no me lo iba a permitir. Pero él ya no, ya no podía ser, era casi un acto demente pensar que todo volvería a la normalidad. La única esperanza que podíamos pedir era que sobreviviera en estado vegetal. Como era obvio, no comí nada ese día. Sólo agua, que por demás, botaba con mis lágrimas. El llanto cesó por... Tal vez media hora. No es cierto. Una hora y media, y unos cuantos minutos. Porque en el camino a casa, en silencio seguí llorando.
Y gracias a la desesperación, la pena y el nerviosismo, decidí pasar de comer algo. Sólo estar en mi cama pensando en como la vida puede ser tan fuerte.

...Keeps going on in another entry. Fucking October, that broke my heart.
Y aún nisiquiera logro llegar a la peor parte.

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