sábado, 13 de febrero de 2010

Cada mañana me despertaré recordando tu sonrisa - le dijo una mañana antes de irse a continuar sus estudios a Londres.
Sin embargo ella, que lo amaba, tenía miedo de que él se subiera a aquel avión que se lo llevaría lejos de su lado, que era donde él pertenecía.
Y yo cada noche dormiré para estar en sueños junto a tí - le dijo con la voz ahogada, porque el llanto no lo contenía.
El la abrazó por última vez. El taxi que lo llevaría al aeropuerto ya estaba afuera de su departamento.
Ella se aferró a su cuello y escondió su cara. No podía irse. No podía dejarla sola. ¿Y si él se olvidaba de ella? ¿Y si otra le robaba el corazón? Sin embargo, tenía que pensar que aquello era por lo que él luchó durante años.
Te conocí luchando por este momento, quiero que lo hagas bien - le dijo, esbozando una sonrisa, que él agradeció.
- Volveré por tí apenas pueda.
Sin susurrar que lo amaba y que moriría por él.

Y tomó el taxi.

Dos días después, ella recibió una llamada desde Inglaterra.
Al esscuchar la voz al otro lado del mar, sus manos comenzaron a temblar y las lágrimas invadieron su cara. Un accidente. Un muerto.
Él. Su amado, ya no estaba. Ya sería imposible volver a verlo, él ya no le sonreiría jamás.
Ella ya no sonreiría jamás. ¿Por qué hacerlo ahora, si él ya no volvería?
Porque ya lo había perdido para siempre.

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