martes, 23 de febrero de 2010

ya es Noviembre y todo huele mal!

Y así de a poco, y con millones de lágrimas, llegué a Noviembre.
Para noviembre, mis abuelos sospechaban que algo me pasaba, bueno, y si después de todo, ellos me habían críado, y hasta el día de hoy, son quienes me cuidan durante la semana.
Se esforzaban por encontrar cosas que me gustaran y que quisiera comer.
Como espero que no lean esto.
Pero cada desayuno que me llevaban a la cama, cada café, cada galleta, terminaba en la basura, y era reemplazado por un poco de agua y un: Todo rico, gracias!
También pasaba que las cosas que llevaba al liceo, las daba o simplemente las botaba. A menos que la loreto me obligara a comérmelas, cosa que no pasaba todos los días, pero pasaba.
Y el ánimo y la falta de concentración ya no eran tema, porque estaba tan acostumbrada a esta rutina que ya no era anormal verme tomando agua, o en mi casa, golpeando, más bien tamborileando la mesa, sólo por ansiedad.

A fines de Noviembre, mis papás comenzaron a sospechar del hecho.
Porque una persona, que lleva una dieta normal no puede bajar de peso así como así, casi milagrosamente, no? Algo raro tenía que haber.
Insisto que con el verano, las poleras más descubiertas hacían que se notaran algunos de los huesos que sobresalían. El hecho de bajar casi dos tallas de ropa, tampoco podía ser casualidad.

Todo lo que rogaba, era no terminar en esa clínica para niñas con problemas alimenticios. Su cercanía al hospital donde falleció mi abuelo era algo asquerosamente triste, menos de media cuadra. Luego su estética.
Pero eso, como tantas otras cosas, era sólo vanidad y estupidez mía, de decisiones poco acertadas, de mil miedos.
Miedo de qué? De que los demás pudieran pensar de mí, y desde cuando? Si siempre fuí la persona a la que sólo le importaba lo que podía hacer y lo bien que podía hacerlo y cosas así. Sigo sin explicarme en que momento cambió tanto mi percepción de la vida.
Definitivamente, sé que no era por amor, o por ego, o por... Quién sabe, profesionalismo.
Profesionalismo, ha.
¿Recuerdas cuando tenías 5 años, y te expulsaron de una academia de ballet?
Claro, como olvidarlo.
Bueno, entonces, ahora no digas que fué profesionalismo, porque recuerda que tu entrenador de cheer te consideraba para todo, sin importar si estabas más gorda. Porque el Benja no me iba a dejar de lado por estar gorda... Cierto?
Porque no importaba si era flyer o cuarta, a mí no me importaba, pero el traje se me iba a ver horrible. Y eso no estaba bien, no! Porque nadie encuentra que una cheerleader gorda se vea bien con un traje antiguo. Tal vez en el año 2005 no importaba, porque los trajes eran todos School, pero ahora todos los trajes eran de All stars. Y mi estómago tan suelto, que horrible se vería!
Y me encuentro con que UPAC da la fecha de su día Cero.
Me doy cuenta de que la cuenta regresiva empezaba antes de lo que creí.
Y que si de verdad quería seguir adelgazando, tenía que ser ahora, porque luego, iba a estar entrenando y ahí sí que tenía que comer, sin importar si quería o no.

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